martes, 25 de marzo de 2014

Profesiones en riesgo de extinción (o no)

Fuente:IDaccion
Hagamos un ejercicio de imaginación. Trasladémonos hace 150 años atrás. La mayoría de la población era analfabeta, por lo que los incipientes diarios de la época eran de poca utilidad. De hecho, el encargado de llevar las noticias de interés al pueblo era el pregonero. Era la manera más efectiva y más rápida de informar del devenir de la ciudad en un momento que la prensa no era, ni mucho menos, como lo es ahora. Con los años, la prensa escrita se iba consolidando y a medida que crecía su popularidad (y, de paso, también la figura del periodista) disminuía la de los pregoneros.

 Esta no es la única profesión que en su día fue muy importante y que ha desaparecido. El desarrollo tecnológico y el cambio de necesidades de los usuarios ha hecho que algunos empleos que hace tiempo eran de los más comunes ahora se hayan convertido en curiosas anécdotas de cómo vivían nuestros abuelos. Por ejemplo:


  • Despertador humano. En plena revolución industrial, en las colonias y en los barrios obreros se hizo muy popular la figura del “knocker up”, quien se encargaba de golpear la ventana con un bastón largo. Mucho más barato que un reloj y que cumplía mejor, si cabe, la función de este pequeño artilugio.

  • Lector de fábricas. Puestos a hablar de la revolución industrial, otro ejemplo que ya no existe en la actualidad es la del lector de fábricas. Los trabajadores pagaban con su propio salario a alguien que durante los largos turnos les entreteniera con las noticias (o el panfleto político del momento). La desaparición del trabajo manufacturado en masa llevó, consecuentemente, a la desaparición de este otro empleo. En Cuba este oficio aún perdura y está considerado patrimonio cultural del país.

  • Lechero. Arraigado en el imaginario colectivo, otra profesión curiosa que prácticamente ya no existe es la del lechero. Sin frigoríficos, la leche no podía guardarse más de un día, por lo que cada mañana debía hacerse el reparto de botellas de leche.

  • Deshollinador. Todos recordamos al entrañable Bert, el deshollinador, acompañando a Mary Poppins en el Londres de principio del siglo XX. Pues bien, esta figura era muy importante cuando no existían ni el gas natural o la calefacción eléctrica. La puesta a punto y el mantenimiento de las chimeneas era vital para garantizar la supervivencia al frío invierno.




  • Faroleros y veleros. Hablando de electricidad (o de la no-electricidad, más bien) hay otros oficios desaparecidos como el de los faroleros y los veleros. Eran los encargados de llevar luz a las casas, de una manera u otra: bien fuera encendiendo las farolas una a una y manualmente, o bien vendiendo velas a granel para no tener que cenar a oscuras.

Son solo algunos ejemplos, que ahora pueden parecernos curiosos, pero que dibujan paralelismos con los cambios que también hoy estamos viviendo a nivel profesional. El ejemplo del pregonero es paradigmático, porque su “sustituto”, el periodista, corre el mismo peligro. La irrupción de las redes sociales y de los blogs han acentuado la inmediatez y el relato en primerísima persona, que los medios tradicionales aún están buscando las herramientas.

                                                              Evolución y supervivencia


¿Ha desaparecido la necesidad de estar informados? Categóricamente, no, del mismo modo que la gente aún necesita despertarse, consumir leche cada mañana o mantener sus hogares a salvo del frío. Ahora bien, esto no quiere decir que no existan respuestas más adecuadas a estas necesidades: el despertador sustituyó a los “knocker up”, la nevera a los lecheros y la calefacción centralizada a los deshollinadores.

Un estudio de la Universidad de Oxford revela que cerca de la mitad de los empleos que existen hoy día serán automatizados. Los investigadores se atreven incluso a poner cifra a este cambio de paradigma: ¿cuáles son las probabilidades que una profesión desaparezca en los próximos 20 años? Esta tabla pone un poco de luz al asunto: los trabajos mecánicos y los intermediarios son los que más peligro corren. Pero no hay nadie que escape a la revolución digital: abogados, economistas, contables… El conocimiento, reconoce el estudio, también tiende a la automatización y, en este caso, a la innovación cruzada. Todas las profesiones tendrán, de un modo u otro, que evolucionar a medida que evoluciona la sociedad.

¿Cómo sobrevivir?


Como siempre: una profesión se sobrevivirá si es capaz de continuar aportando valor. Las agencias de viaje sufren como pocos este cambio de paradigma porque su competencia (Airbnb, vuelos low cost, blogs de viajes…) ha sabido aprovechar los cambios y adaptarse a las necesidades de los usuarios. Cada día se envían más de 300 mil millones de correos electrónicos, y eso, ¿en que lugar deja a los carteros o los fabricantes de sobres de papel?

Del mismo modo, los taquilleros y los trabajos relacionados con el cobro en metálico también están a expensas de lo que sucede con los nuevos medios de pago electrónico. Muchas estaciones de metro, por ejemplo, ya han prescindido de ellos. Y puede que la revolución de Bitcoin aún esté lejos, pero atentos con los monederos digitales y el pago a través de los móviles, que sí que puede alterar mucho el panorama.

Innovación y relaciones interpersonales


Y podríamos seguir, porque cualquier oficio está sujeto al cambio. Lo que ayer era válido hoy es caduco, pero si lo miramos desde el otro lado del prisma: lo que mañana será válido hoy aún se tiene que diseñar. Las profesiones, pues, son como la energía: ni se crean ni se destruyen, sólo se transforman. El cambio pasa, primeramente, por entender este cambio y para hacer valer, no sólo una empresa sino una profesión, se necesitan altas dosis de innovación y poner en valor las relaciones interpersonales. No es de extrañar que la profesión con menos riesgo de desaparecer sea la de los terapeutas personales. Del mismo modo, actores, artistas, consejeros, consultores… también tienen garantizado su futuro si saben mantener en valor su trabajo.

En la evolución está la riqueza y al igual que una empresa debe saber hacía donde sopla el viento, también a nivel individual es necesario entender cómo reaccionar (y si hace falta, adaptarse, pivotar) a las necesidades de la sociedad. Por eso, hoy preguntamos: ¿crees que tu profesión está en riesgo de desaparecer?

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